El Espanto se presenta como una expresión poliédrica que disputa cómo percibimos y nos relacionamos con la noción psicológica y cultural de la rivalidad. Es un espejismo, una dualidad que se expande exponencialmente. En una apelación a la intuición como herramienta, El Pelele utiliza un mecanismo de proyección distorsionada para llevar este concepto al extremo y crear una oportunidad de confrontar con los aspectos más profundos de su personalidad y, a su vez, del inconsciente colectivo. Estos enfrentamientos metafísicos hacen referencia a paradigmas arcaicos de la literatura, el arte y la religión. A través de una serie de obras que trascienden sus medios, donde un libro puede transformarse en espectáculo y una performance en poesía, el artista logra conservar la esencia de sus planos de materialización y, al mismo tiempo, no solo desafía conceptos revoltosos, sino también la construcción social alrededor de ellos.
Dentro de la sala, el libro homónimo le ofrece al lector la oportunidad de explorar con las manos y a su propio ritmo un exclusivo espectáculo forrado en látex. Al igual que en varias de sus exhibiciones anteriores, sus personajes se desplazan entre diferentes planos de existencia y desdibujan la línea, cada vez más delgada, entre la realidad y la ficción. Seres como Pupo o El Siluetador explotan desde las páginas de la publicación, para salpicarnos como manchas de sangre en la pared. El artista elige darnos acceso a un almanaque de miseria y alegría, donde estas entidades se convierten en leyendas de baladas post pop para encarnar los sueños y los miedos de una generación traicionada. En un mundo donde todos hemos sido engañados para el beneficio de unos pocos, El Pelele desea engañar para el placer de todos. Con la obra Sí Somos, este concepto se materializa, ya que le da la posibilidad al público de encarnar a estas celebridades y de transfigurarse en una parte fundamental del espectáculo a través de un dispositivo básico del mundo del entretenimiento. El artista se apropia de metodologías que van desde el teatro grecorromano y los primeros magos del antiguo Egipto, hasta la reality tv y los juegos de estafa callejeros. Con base en los principios esenciales del ilusionismo, es capaz de esclarecer las trivialidades y adentrarse en el espectador hipnóticamente, como una canción de cuna.
El Espanto se concibe como una invitación a confrontar con las incómodas, pero alucinantes, facetas del terror. Para ello, el artista pone en escena disputas simbólicas, incorpora a la audiencia como elemento, redefine el concepto de conflicto y crea un show disparatadamente extravagante. Sin juicios ni reservas, convoca a los espectadores a que se interroguen sobre sus reacciones viscerales y crea una ocasión para la introspección y la crítica reflexiva. Donde los límites entre el miedo y la fascinación se disipan, El Pelele encuentra su punto de ebullición y prospera en él.