EL PELELE

Amatorio

11


JUN

16


JUL

Horarios
Miércoles a viernes de 14-18 hs

EL PELELE
© Jun 2022

AMATORIO

Me pregunto si, al final, serás lo que esperé toda mi vida.
Me pregunto si, al cruzar la puerta, tu mano se parecerá a la mía.

Me pregunto quién era él.
Me pregunto si, al cruzar la puerta, tu mano es la que tiene que ser.

Veo que no estás tan solo.
Veo que ya estás con otro.
Y cuando te quiero tocar, ya no estás y yo estoy en otra cama.

Con la muerte que se pudre.
Con la muerte que se pudre a mis espaldas.

 

EL HILO TERRIBLE

La cama deshecha.
El susurro del fantasma.
El día no termina nunca y me arrodillo frente a la nada.
La casa entera de cabeza.

El hilo terrible.

La casa entera de cabeza.

 

EL NÚMERO DESCONOCIDO

El juego que jugamos solos.

 

SILENCIO

Ojos que no ven. Corazón que no siente.

 

INESPERADO

Donde no creo, te encuentro.
Donde el viento hace vanas las palabras.

 

ÉL

Sentado a mi lado en la escalera.
Sentado a mi lado toda la tarde.
El pecho abierto,
dulce y suave.

El cielo gris.

Juntábamos los pies desnudos.
Juntábamos calor.

Cuando me ocultó su cara, supe que no era él.

 

EL SECRETO

Mejor ni lo digas, mi amor.

 

LOS HERMANOS

Los hermanos se inventaron a sí mismos.

 

GUIÓN

Ustedes siguen el guión pero no la sangre.
En la casa. En la cama. No quieren mirarme. Fingen no escucharme.
No saben que en un día brillante el rayo se derrite sensual.
Hoy como nunca antes voy a gritar lo que callan.

Luz al secreto como a una presa.
Baila el bastón destrozando la carne.
Guiña la moneda.
Arrodillado.
Se rebalsa la copa que nos mece.
Se clava la daga y brota la rosa clave.

 

TONTO CORAZÓN

Este tonto corazón que llora lo que se pierde,
lo pierde todo en un suspiro.
Esta noche te extraña tanto.
Esta noche te necesita.

Este tonto corazón que quiere ahogarnos,
no lee tus labios.
No lo contradigas.

No.
No.
No.

Este amor no puede ser cierto.
Sus espirales negros no tienen salida.

OBRAS

PRENSA

Por Imanol Subiela Salvo
Pagina/12 Radar

EDICIÓN DIGITAL
26 Junio 2022

LINK

El artista Lucas Gabriel Cardo trabaja bajo el nombre de un personaje, El Pelele, por el que se lo conoce en el mundo artístico. Su obra combina la estética trash de internet con un universo temático que va desde el sexo hasta la hechicería. Amatorio es su primera exhibición individual en Buenos Aires.

Al principio solo se trataba de dibujar. Ahí empezó todo, en el dibujo, en hacer figuras deformes como las que hace cualquier chico apenas empieza a usar lápices, crayones o marcadores. Después el niño creció y empezó a hacer literalmente todo lo que hacía su mamá, que era artista. Entonces, el chico aprendió y copió a la madre. Agarró un pincel y se puso a pintar o a jugar con cerámica. Cuando entró a una “escuelita de dibujo” se decepcionó: en ese lugar no había libertad para crear, sino reglas que seguir. A partir de ahí nunca más volvió a buscar nada a una institución artística académica. Y de esa decepción y de un impulso autodidacta, Lucas Gabriel Cardo construyó una obra y un personaje: El Pelele.

Lucas es la persona y El Pelele el personaje. Solo los separa una máscara (literalmente). Las dos personalidades viven en el mismo cuerpo, pero hay momentos en las que funcionan por separado. La obra de El Pelele combina la estética trash de internet con un universo temático que va desde el sexo hasta la hechicería. Además, trabaja con la performance y buena parte de sus obras son ejecuciones que implican el uso del cuerpo y el movimiento. No es una imagen estática perdida en la red, sino también un cuerpo vivo que se pasea por el mundo del arte medio desnudo y medio atorrante.

1. En Huaco Retrato, la última novela de no ficción de Gabriela Wiener, la escritora peruana aborda el tema del amor de una manera poco habitual en ella. Lejos de pensar, como lo hizo siempre, desde la libertad, el libertinaje y el progresismo, lo piensa como algo conflictivo, oscuro y complicado. Dice Wiener: “Otra vez descubro cómo me enganchan del amor sus formas reconocibles, tóxicas. Juego a que es verdad, pero en realidad hay en este ejercicio más verdad sobre mi que juego. Una constatación aún más terrible”. Lo que plantea la autora es que el deseo también puede incluir querer algo dañino, algo que no haga bien (qué mejor actividad que desear acostarse apasionadamente con un tóxico).

En Amatorio, El Pelele también hace un planteo similar al de Wiener, pero con imágenes y poemas. Las obras que integran la exhibición tienen una función narrativa dentro de la muestra: en su conjunto cuentan una historia de desamor. La versión del amor –o de lo vincular– que plantea El Pelele se aleja de este consenso imaginario que dice “si duele rajá”, “si lastima no es amor”, “el amor no hiere”. El Pelele está más cerca de lo que dice la escritora Camila Sosa Villada que del bulo progresista: el amor sí duele.

Las obras “Ilusión”, “Suspiro” y la instalación “Nosotros” son las que más invocan el tema de lo vincular, pero desde una postura grotesca. En la primera hay corazones deformes, hechos con un glitch (un error informático); en la segunda, un cuerpo penetra a otro en un contexto sucio y un poco desagradable; y en la tercera, la obra más grande la muestra, hay una pareja sobre una cama teniendo sexo, pero los cuerpos son deformes y monstruosos, con tentáculos que se enriedan por todo el lugar y con caras grotescas que nada tienen que ver con la idea del amor romántico. La instalación está coronada por un gran corazón negro que cuelga del techo, como si ese corazón oscuro fuese el símbolo del desamor de esta pareja de criaturas que se revuelcan.

A las obras se le suman una serie de poemas que El Pelele escribió para esta exhibición. No hay texto de sala, pero estas poesías son el mapa –o el guión– para entender qué es lo que se está contando en imágenes. Escribe El Pelele en el poema que lleva el título de la muestra: “Veo que no estás tan solo. / Veo que ya estás con otro. / Y cuando te quiero tocar, ya no estás y yo estoy en otra cama. / Con la muerte que se pudre. / Con la muerte que se pudre a mis espaldas”. En otro dice: “Este tonto corazón que quiere ahogarnos, / no lee tus labios. / No lo contradigas. / No. / No. / No. / Este amor no puede ser cierto. / Sus espirales negros no tienen salida”.

Tal como le pasa a Wiener, a El Pelele le gustan las formas reconocibles del amor. Las tóxicas. Y Amatorio es el cuarto de tortura y placer donde va a encontrarlo.

2. Un pelele es un muñeco de paja que se hacía para diferentes festividades como los carnavales. Eran muy populares en España en los siglos XVIII y XIX, incluso Francisco de Goya tituló una obra así, “El pelele”, dentro de la serie de obras destinadas a ser tapices para el Rey Carlos IV. En la imagen de Goya, un grupo de mujeres hacen volar por los aires, con una manta, a un pelele que tiene la forma de un hombre con cara de contento. Con los años, la obra abandonó la casa real y fue a parar a la colección del Museo del Prado.  Lo interesante de la obra de Goya es que el pelele aparece como un símbolo de diversión –las mujeres de la imagen sonríen mientras revolean al muñeco– y de fantasía –el hombre manteado no es uno real, pero sí representa a un ciudadano cualquiera–. Estas dos cosas que se ven en esta imagen de Goya también aparecen en Amatorio: la fantasía y la diversión. La referencia a la tradición fantástica más clásica aparece en obras como “Ojos que no ven: corazón que no siente” y “Espejo Mágico”. En una vemos una suerte de brujo de gran tamaño (hecho de MDF, vidrio y dibujo sobre papel) que le da indicaciones a dos seres que flotan alrededor suyo. La otra obra es una escultura hecha de hierro, pero revestida de tela, que sale desde el piso de la galería, con forma de brazo y que sostiene un espejo con una mano mitad humana y mitad animal –los dedos parecen garras–. Con estas dos obras, El Pelele evoca el imaginario clásico del cuento fantástico: por un lado, tenemos al brujo (de Merlín a Harry Potter, todos incluidos en esta obra); por otro lado, aparece el espejo mágico, elemento que se popularizó hace 200 años cuando los hermanos Grimm lo incluyeron en el cuento “Blancanieves”.

Sin embargo, el tono fantástico de la exhibición no está concentrado solo en esas dos obras que explícitamente refieren a la tradición fantástica. El Pelele avanza en el tiempo, deja atrás a los hermanos Grimm, y se mete con el escenario fantástico por excelencia de nuestra época: las pantallas.  La instalación “Nosotros” parece un set de televisión. Hay luces colocadas alrededor de la obra, iguales a las que se usan para iluminar locaciones. Más que una instalación es una puesta en escena. A todo esto se suma la activación de la obra: de repente suena música electrónica (compuesta por El Pelele) y empieza un juego de luces por toda la sala que genera interacciones entre todas las obras y no solo en “Nosotros”.  La diversión aparece en ese mismo momento, cuando todo se activa. La muestra deja de ser una exhibición y pasa a ser una pequeña rave dark. Amatorio es también, por unos minutos, una fiesta en un antro del microcentro.

3. No se puede recorrer Amatorio sin pensar en internet. La obra de El Pelele todo el tiempo tiene guiños y referencias a la vida online. Esta estética de la web recorre todas las obras de la exhibición. Sin embargo, Internet puede ser muchas cosas: desde una enciclopedia, hasta un medio de comunicación. Pero el aspecto que más se resalta en esta muestra es el del basurero. Internet como un tacho de basura. Internet como excusa para usar materiales de descarte que sirvan para crear imágenes trash. La utilización de basura o cosas por el estilo para hacer obras no es algo que llegó con la web. Hace más de 50 años, con el informalismo, artistas como Alberto Greco o Emilio Renart construyeron sus obras con: brea, tierra o metales oxidados. Después, a comienzos de los dos mil, apareció en la escena local una posible reversión del informalismo –lo que se conoció como “estética trash”–, que tenía que ver con la saturación de imágenes que trajo internet y la cantidad de basura tecnológica que se creó en las últimas décadas. Las obras de Diego Bianchi, Nicanor Aráoz y un joven Adrin Villar Rojas crearon piezas de esas características, hechas con materiales precarios.  Esta estética del trash que retoma El Pelele es la que genera que haya obras construidas con bolsas de residuos destruidas o textiles hechos de telas baratas, con costuras a la vista –como las de un Frankenstein–. La vida digital está en estas obras y el descarte de la web también. La tríada de obras “Amatorio”, “Ilusión” y “Suspiro” podrían ser pantallas que muestran ese basurero digital. A la vez, como ya se mencionó, en la segunda aparecen estos corazones rellenos de fallas informáticas. No siempre todo lo digital, por más que esté hecho de cuentas y números, es preciso y armonioso. El Pelele exhibe las miserias de Internet y lo hace con materiales baratos. En el fondo, lo que señala no es solo la sobreproducción de imágenes y el basurero al cual se accede con Wi Fi, sino que el arte argentino tiene a la precariedad como condición de existencia. El arte argentino es precario: se hace con lo que se puede y con lo que se tiene. 

Amatorio de El Pelele en Galería Sendrós (Wenceslao Villafañe 584, Buenos Aires). Miércoles a viernes de 14 a 18. Para coordinar una cita fuera de horario escribir a: info@galeriasendros.com. Hasta el 23 de julio.

Por Fran Stella
http://flasherito.com.ar

EDICIÓN DIGITAL
29 Enero 2023

LINK

Mi electrodoméstico favorito es definitivamente la minipimmer. Por estos días me preparo unos jugos verdes para desayunar que cada vez se ponen más monstruosos: morrón, pera, acelga, hoja de brócoli, apio, hoja de rabanito, hoja de zanahoria, maca, espirulina, limón, naranja, canela, perejil, banana. Es divertido y delicioso. Este maravilloso aparato tritura todo y lo deja de una textura muy sedosa: smoothie. Basta con filtrar para obtener un jugo que es pura clorofila, mi amor. 

Me maravilla la capacidad de la minipimmer de mezclar y convertir infinitamente. En este ensayo me propongo no sólo pensar sino escribir como ella. Hacer un jugo con las más variadas experiencias, ideas y hechos. Y filtrar con una tela porosa para obtener un destilado nutritivo. Voy a llamar a este lugar de enunciación la epistemología Oster – Gaza. O en su versión no publicitaria Triturador – Filtro.

Para esta preparación, vas a necesitar:
Xenogénesis de Octavia Buttler
Una nueva suavidad de Suely Rolnik
Contractura de Toto Dirty y Norberto Gómez en Isla Flotante
Amatorio de El Pelele en Sendrós
Tecnotopía de Jimena Travaglio en El Mirador
Experiencias personales y trilladas ligadas al amor

¡Qué difícil escribir sobre el amor! ¿¡De dónde saco el valor!? Quizás de tomar un jugo verdeda  y salir a correr por agronomía a la mañana. La combinación de clorofila, sol y árboles a las 9 am genera, en el rebote constante y regular del trote, las ideas más descabelladas y los desafíos más alucinantes. Aquí el paso a paso para esta preparación: Para la base: Tecnotopía de Jimena Travaglio en Fundación el Mirador Ni bien entro a la sala algo me incomoda. No puedo ver bien las obras, algunas se ocultan a contraluz y para otras no es suficiente la distancia de contemplación. 

Abajo, algo pareciera estar desfasado, la imagen visual no coincide con lo esperado. Los tapices son encantadores aún en la potencia de lo siniestro que invocan. Sin embargo, algo se percibe desmembrado como si al relleno de la tarta hubiese olvidado ligarlo.  Jimena recorre conmigo las obras y la conversación que sostenemos funciona como hilo y aguja para juntar lo lejano. Las primeras pantallas de todas, el espejo, la superficie que refleja. El primer dispositivo de supervisión y control, el reloj. Los desfiles militares, la visión panóptica de los reclusos de una prisión, el módulo que cada cuerpo significa en la matriz de la realidad.  El mundo de Jimena es como la Tabla de Mendeleiev (1). Asigna casilleros para cada elemento que la compone y no importa por cuál se empiece, el orden es previo a la aparición efectiva de cada elemento. Como en los tapices, la urdimbre y la trama son los ejes X e Y de una ecuación que lleva adelante un cuerpo máquina. Jimena traduce de la imagen real a la digital, de la digital al tapiz. A veces tiene que destejer y se enoja y se frustra.  No puedo no pensar en Penélope tejiendo y destejiendo para fabricar tiempo. Tiempo de espera, esculpir el tiempo, tiempo para que llegue su amor. Ulises viaja, algún día regresará.  Pienso entonces en Una nueva suavidad, de Suely Rolnik. Ese texto sobre el amor que nombra como Penélope y Ulises a las dos partes de una ecuación para mal-entender el amor. La parte que espera anhelando la completud en el encuentro, la parte que huye anhelando encontrar la salvación en otra parte.  La figura del cyborg, de la mano de Blade runner, para encontrar una fuga posible al loop eterno del amor romántico. Es decir, el vínculo con lo diferente, con lo no humanx aunque lo no humanx sea otra persona. Me agarro del codo de Suely y opino que Ulises y Penélope pueden intercambiarse por Princesa y Príncipe. O, sobre todo, Princesa y Monstruo. Penélope Princesa que espera inocentemente, Monstrua si es motivo para que Ulises huya, Ulises Príncipe si se queda, Monstruo si se va.  En los mitos, muchas veces hay variaciones aparentemente drásticas en los finales. Sin embargo, si hago el ejercicio de visualizarme como una princesa encerrada en una torre, lo interesante es ver que si me paro en el lugar que “espera encerrada”, automáticamente defino un lugar que quiere entrar. Claro que cuando la puerta caiga no sabré si me encontraré con el príncipe o el monstruo. O si resultarán ser lo mismo. 

 

Para el relleno: Amatorio de El Pelele en Sendrós En sus obras, Jimena teje hasta el hartazgo para que no olvidemos que el sistema homogeniza para controlar y en eso borra las diferencias. La suavidad cyborg que Suely nos propone parece lejana en este mundo en el que la máquina solo reproduce códigos fascistas ¿Dónde está la fuga? Pienso que la muestra del Pele encierra pistas. La obra que más llamó mi atención fue una caja backlight en cuya foto se ve un primer plano de un ano taking in all of the dick. La pija parece prostática, negra, enorme y hermosa. El ano, con algunos pelillos que se arremolinan alrededor, parece estar en control y ser un tragaluz, un túnel espacioso lleno de goce y placer.  El encuentro entre mi mente pornoformateada y la habitación de telo fría y plástica en la amplia sala de Sendrós me hizo sentir adolescente. Estoy viendo algo prohibido, tabú. Encima me estoy excitando, casi escucho una risa púber-prohibida en el fondo de mi mente. Me acerco a la instalación teatral y quiero ver en primer plano el ano de la escultura siendo penetrada por la otra. ¿Acaso me dan envidia?  ¿Dónde se encuentra el amor en una habitación de hotel desalmada? Sprayette, la multinacional que ofrecía productos imposibles por televisión, armó un set de filmación y después de quebrar, El Pelele montó una obra de teatro, sí. La obra se pregunta qué preposición es la más adecuada para referirse al lugar donde se encuentra el amor. ¿En? ¿Abajo? ¿Entre? ¿Arriba? ¿Desde? No importa qué es el amor. Es una ecuación que se puede rellenar con infinitas variables X, por qué no XXX si somos dueñas de hacer lo que queramos con nuestrxs cuerpxs, de disfrutar y gozar de ellxs como nos plazca.  ¿Es el amor el encuentro con lo diferente? ¿La disolución de las fuerzas psíquicas que me  hacen parecer lo que no soy? ¿Una fuerza universal que puede volver vital el set abandonado de una multinacional maquínica? Seguro no son las contracturas en el brazo de tanto sostener el espejo que confirma quién soy. Entonces ¿es soltar la idea y la imagen que unx tiene sobre sí mismx? Me quedo con la siguiente duda dando vueltas ¿Qué es lo diferente? ¿Se lo puede pensar como algo autónomo en sí mismo? ¿Es una fuerza relacional que junta lo distante?

Para la cobertura: Contractura de Toto Dirty y Norberto Gómez en Isla Flotante La primera frase que viene a mi cabecita al recordar la muestra es “mejor pedir perdón que pedir permiso”. Casi que agregaría “Mejor que sobre antes que alcance”. Y de todas maneras la sensación es que fue la dosis justa para tener un buen viaje.  Dos perros que ladran enfurecidos uno a otro sin tocarse. Lo que junta el espacio que los separa son las gotas de saliva que van de la boca de uno a la del otro. En ese intercambio ¡Zas! se juntan dos generaciones de artistas que son tan magxs como duendes, tan brujas como gnomos, tan ambivalentes como lo humano puede llegar a ser. Debo reconocer que cuando entré a la galería quedé bastante gagá. No creo haber podido recuperarme del patadón inicial. Contemplé la muestra un largo rato en la quietud casi vacía de la sala desde la sensación que el impacto inicial me produjo. En mi mente sonaba una de las canciones de Charlie Xcx que por estos días suenan en loop en mi taller: “I’m about to crash into the water gonna take you with me / I’m high voltage self destructive ended up so legendary”.  El encuentro entre Norberto Gómez y Toto es un choque de autos, una explosion que protege en su interior la vulnerabilidad de lo monstruoso, lo desviado, lo upside down. La tierna carne de orco no nacido. Me hace pensar en el amor la sensación de desconocimiento del mundo y de mi mismx que me invadió el cuerpo viendo la muestra.

Emplatado

Xenogénesis es una trilogía de Octavia Buttler en la que lxs Oankali son alienígenas comerciantes. Buscan permanentemente el encuentro con lo diferente para acoplarse genéticamente y generar nuevas especies. Antes de hacerlo, se aseguran de que una rama Oankali permanezca por fuera del intercambio en caso de que salga mal. Curiosamente, estos seres que se babean por la diferencia son extremadamente memoriosos: recuerdan y almacenan la información biológica/genética de cuanto ser se cruza por su camino en una memoria no solo “individual” sino “familiar” y de la especie.  No quiero spoilear ni contar de qué va la serie sino nombrar lo que me sucedió al leerla. Tocar en lo más hondo la profunda distancia entre un lugar que necesita seguridad, predictibilidad y formas conocidas y otro que quiere abrirse a lo desconocido. La primera se siente indefensa cuando la segunda se abre, la segunda se siente asfixiada cuando la primera cierra.  Puedo escuchar a todxs lxs Penélopes y Ulises de la humanidad hablando adentro mío. Recojo pedazos de entre las voces y formo preguntas  ¿Cuánto espacio puedo hacerle a lo diferente a mí? ¿Cuánto me animo a vincularme con lo que no me confirma? ¿Es mi brazo el que sostiene el espejo o podría ser también el de otra persona?   No sé a qué sabe esta preparación. Tiene algo de torta en su diseño pero también algo del espíritu de un jugo. Estoy segurx de que es ambivalente: me dan ganas de probarla y también de dejarla intacta. Sé que puede parecer dulce pero es un engaño: está hecha de textos y muestras que me recordaron la importancia de desconocernos a nosotrxs mismxs y al mundo, de no ir al encuentro de lo que me confirma sino de lo que me desorienta. Quizás es una nueva dulzura y tenga que acostumbrar mi lengua a ella.