Carlos Herrera
2021
SABEMOS DE MOSCAS / Raid Doble Acción
El Institute of Insect Science for Family Health cría cientos de moscas por día. Las crían, las estudian y crean nuevas maneras de ayudar a combatirlas y mantener a estos insectos fuera de los hogares.
Existen más de ciento diez mil especies de moscas que revolotean por el mundo, desde moscas de la fruta hasta moscas domésticas y moscas de la carne, cada una con sus propios hábitos y hábitats.
Una sola mosca doméstica hembra puede poner hasta quinientos huevos en el curso de solo tres a cuatro días y repetir el ciclo varias veces durante toda su vida. Las moscas domésticas generalmente viven de quince a veinticinco días, pero pueden sobrevivir hasta dos meses en condiciones óptimas.
Dado que las moscas domésticas suelen alimentarse de heces, basura y animales en descomposición y poner huevos allí, pueden transmitir microbios que propagan enfermedades cuando se posan en los seres humanos, las superficies del hogar y los alimentos que quedan afuera. Por ese motivo, se sabe que muchas especies de moscas transmiten enfermedades a los seres humanos.
De hecho, se cree que la mosca doméstica común transmite al menos sesenta y cinco enfermedades a las personas, entre ellas: disentería, diarrea, cólera, fiebre tifoidea, lepra, ántrax, tularemia, tuberculosis, pian y poliomielitis.
Las moscas poseen sensores en sus patas, que las ayudan a determinar si ese sándwich sobre el que se acaban de posar será un bocadillo delicioso. Al no tener dientes en su boca que les permitan masticar, escupen enzimas que convierten los alimentos sólidos en un líquido que pueden consumir.
Los moscardones, entre ellos, las moscas metalizadas y las moscas de la carne, ponen huevos en cadáveres de animales en descomposición. Sus larvas se alimentan, y luego liberan los nutrientes en el suelo a través del proceso de la digestión.
Con frecuencia, otros tipos de moscas usan las heces de animales como su terreno para reproducirse y alimentarse.
No dejes que estos insectos zumbadores invadan tu espacio. Protege a tu familia y tu hogar con nuestros productos especialmente formulados para deshacerse de las moscas.
Raid Doble Acción Moscas, además de matar en el acto, previene que los insectos lo molesten durante horas gracias a su acción residual.
PERFUME PELIGRO
Si hay una imagen por excelencia que me perturba y me llena de fantasías es la de ver a dos moscas coger sobre restos de comida.
En el año 2012 el artista Andrés Piña supo retratar la tensión que existe entre cópula y alimento. Usando una gota de sangre animal como atractivo estimulante y de deseo de dos moscas adultas, el artista las fotografió mientras el macho fertilizaba a la hembra posándose sobre ella.
En tiempos de confinamiento social y de quedarse en casa me pregunté una y otra vez sobre la intimidad de las personas, los hogares de mis vecinos, los refugios para ancianos y el hábitat del que vive en la calle. El afuera como lugar de contagio y el hogar como espacio de resguardo que se nos impuso como conducta para seguir viviendo. El hogar se transformó entonces en el centro de operaciones de nuestras vidas, el afuera como un lugar de temor y los otros como un foco de posible contagio. ¡Qué desgraciados!
La sensibilidad escaló dimensiones impensadas y el hogar se transformó en nuestro propio enemigo. ¿Qué hacer? ¿Cómo relacionarnos? ¿Qué comer? ¿Cómo conseguir dinero? Perfume peligro!
En ese contexto desolador me detuve a observar la vida de quienes entraban de aquel afuera prohibido y se relacionaban con mi hogar. Hormigas, arañas, palomas, ratones, moscas y algunos humanos.
Imaginé todo tipo de cosas y entre ellas pensé mucho en las estrategias conceptuales de la obras de Andrés. Artista con quien mantengo un vínculo próximo de colegas/amigos desde hace casi ya una década y con quien repensamos esta muestra una y otra vez. Sus obras estimulan a pensar la extrañeza de los objetos de uso doméstico, la relación entre los humanos, los fluidos corporales, el devenir de lo que está muerto, el resucitar, lo infecto, lo coitable. Lo que ocurre puertas adentro.
En fantasías eróticas pandémicas, comencé a imaginar a personas cogiendo en los lugares donde cogen las moscas: un hombro, un sorete, una rodilla, un animal muerto, un vaso, un billete de cien pesos o una boca sucia de comida.
Esta fantasía rápidamente se hizo viral en mi mente y es al día de hoy que no puedo sacármela de la cabeza. Me asalta una y otra vez al contemplar personas u objetos de uso cotidiano.
Intuyo que este modo de pensar las cosas es próximo al modo en el que Andrés piensa sus obras. Conceptos dislocados, surrealistas y llenos de deseos deformes donde la dermis humana y lo inmaterial transpiran historias que nos alteran la psiquis.
Raid Doble Acción Moscas, además de matar en el acto, previene que los insectos lo molesten durante horas gracias a su acción residual.
Carlos Herrera / 2021
En galería Sendrós
Atmósfera para un refugio fallido
Con curaduría de Carlos Herrera, el joven Andrés Piña crea una instalación hogareña y siniestra en su primera muestra individual.
Si aquello que debe cuidarnos no lo hace, todo se desmorona. Si nuestros padres, el hogar familiar, los afectos o el país, en lugar de ser un refugio se convierten en un campo minado, la subjetividad no alcanza a procesarlo y cae. Se revela lo que estaba oculto y se manifiesta lo que Schelling llamó, aún antes de la aparición del psicoanálisis, una extrañeza inquietante. Un primer escalón de lo siniestro.
El sintagma “quedate en casa” resuena entre nosotros como un mantra en el último año y medio señalando el hogar como lugar de resguardo y cuidado frente a lo desconocido, lo otro, y lo que acecha.
En el espacio de casi noventa metros cúbicos que domina la sala central de la galería Sendrós, Andrés Piña, con curaduría de Carlos Herrera, presenta Perfume Peligro, una instalación que reúne visual y climáticamente elementos de lo siniestro y de la inquietud frente a lo que debería ser y no es. El gran rectángulo está forrado de plástico transparente y deja ver el espacio interior, en el que se apilan muebles y objetos caseros, tapados por telas, como en un hogar abandonado, o próximo a una mudanza. El espacio tiene dos entradas, y apenas se las traspasa, un olor acre invade al espectador. Es un olor extraño, mezcla de viejo, algo en descomposición y tela mojada. Pica la nariz y la sensación corporal compite con la visual intentando aprehender la totalidad de lo real en el espacio. En la superficie aparecen rastros de otras cosas, imperfecciones del universo hogareño que saltan desde los agujeros en la tela. En lo que parece una mesa de noche, una luz a través de la tela deja ver un insecto muerto. Más arriba, una cuerda tensa la tela hasta unir dos puntos que van hacia la nada.
Una cuerda roja que viene desde el afuera trae hacia la tela un hilo de líquido rojo que la tiñe y la ensucia. Desde el respaldo de una silla semicubierta emerge un cuchillo filoso, erecto, suspendido, preparado para hacer daño y proyectando su brillo sobre el plástico que recubre el espacio. Cerca, en la tela hay un hueco desde donde sale una soga que tiene intercalados unos huesos animales atados, como abalorios más bien macabros, que se accionan desde afuera de la caja-casa. Hay también un espejo en el que el espectador, si lo descubre, se podrá integrar a la obra por un instante. Muy cerca, vuelan dos moscas, suspendidas de una estructura de metal.
Para profundizar la escenificación hogareña, Piña arma, en otro espacio de la instalación, un juego visual asombroso y evocativo. Una plancha de ropa se adivina entre las formas que toma la tela, y se confirma con la salida del vapor, que solo se ve, indirectamente, proyectado en un espejo oval que está frente a ella. La referencia a la cotidianidad, a la infancia y al hogar es tranquilizadora. Hace unos pocos días Leila Guerriero escribió en El País, de España, un texto hermoso con la misma referencia. Hay algo que la cultura parece buscar en esos refugios infantiles, en la calidez de lo seguro, en las relaciones que parecen infinitas, para guarecerse de estos tiempos hostiles, El artefacto de la plancha que presenta Piña cumple con esa función reconfortante en medio de una presentación más bien perturbadora; es como un respiro. Pero como para no hacer demasiadas concesiones, al lado del espejo hay otro de los artefactos de Piña. Sobre una almohada raída, una manga de camisa deja asomar algo de color rosa piel. Si se la activa, del puño sale, intermitentemente, una lengua.
Otro objeto de la instalación, tal vez el más bello, se encuentra apoyado sobre la superficie. Se trata de una pieza construida con una camisa de color rosa, cortada de modo tal que la hilera de botones, el cuello y los recortes del frente forman una especie de exoesqueleto que expresa, a la vez, fortaleza y fragilidad.
Esta sensación de convivencia entre lo duro y lo blando, entre lo seguro y lo inestable es la marca más fuerte de la instalación de Andrés Piña. Con solo entrar al espacio de la galería eso se instala en el espectador para no abandonarlo jamás. La veladura que da el plástico que circunda la obra ayuda a crear esa atmósfera, que se hace todavía más fuerte si dentro del espacio hay gente recorriendo y la mirada viene desde afuera. Los movimientos de las personas, sus búsquedas por los huecos, su andar más bien cauteloso, forman parte también de la obra cuando ésta es vista desde el exterior.
Mucho de la obra que se está generando y que vemos en este tiempo pandémico es de algún modo un intento de respuesta, pero Perfume Peligro de Piña da un paso más y se presenta como una alegoría precisa y al mismo tiempo ambigua de lo que podemos hacer con el presente.
Para completar la instalación y la narrativa, en la sala hay dispuestas tres cajas. En una de ellas, El aberno de las casas, realizada con metal y vidrio, con una placa de madera por detrás, permite al espectador dos vistas parciales. Por el frente, el vidrio pintado a trazos gruesos deja algunos resquicios para ver qué hay dentro de la caja. Por detrás, la madera está apenas agujereada deja ver algo de luz y objetos.
Otra de las cajas, de título Las sombras húmedas, tiene dentro dos objetos. Un zapato de tacón muy particular y una pava que incorpora uno de los artefactos habituales en la obra de Piña donde la acción humana externa completa el objeto y la obra. La otra caja, Las moscas, casi recrea una mesa de campo, con su mantel de hule cuadrillé, las latas de conservas apiladas, el salame recién cortado, y las moscas, protagonistas excluyentes de la muestra, sobrevolando la escena. Está última caja está bien iluminada, desde arriba, sin dejar de exponer nada frente a la vista del espectador.
La obra de Andrés Piña está en plena evolución. Perfume Peligro es su primera muestra individual en una galería formal y ha logrado un ajustado resumen de impacto visual, contenido conceptual y seriedad estilística. A sus trabajos anteriores, marcados por la corporeidad y por referencias más literales, aquí le ha agregado una dosis de poesía salvaje que le suma, además, atributos estéticos. La reflexión en el texto de Herrera sobre los tiempos de encierro, las realidades humanas, animales e incluso de las moscas, completan un círculo entre mágico, onírico y mundano que se lleva el espectador de la exposición, para seguir pensando.
Perfume peligro
El sábado 31 de julio la galería Sendrós abrió sus puertas para presentar la última producción de Andrés Piña. Con la curaduría de Carlos Herrera, se despliegan en la sala cuatro piezas, en conjunto con un performer que activa las obras de forma manual. El espacio expositivo está ocupado por una estructura central de gran tamaño, una especie de invernáculo transparente en el que se observan una serie de objetos recubiertos por una tela. Por fuera de esta estructura, se ubican tres peceras que fueron colocadas en los vértices de la sala. Los espectadores caen como moscas, seducidos por el siniestrismo elegante de Piña.
La instalación central es sin duda la que se lleva toda la atención. La casa de nylon transpira la respiración de quien la recorre y parece por momentos la inversión simbólica del significado que Louise Bourgeois asignaba a sus arañas. En este caso, el arquetipo de madre-araña protectora se invierte para desactivar la creencia de que todo hogar es sinónimo de espacio seguro. Perfume peligro esconde detalles minúsculos que funcionan como los señuelos de una trampa cuidadosamente diseñada. Esta pieza es una sutil y punzante lectura de cómo habitamos hoy los espacios.
Dentro de esta casa-trampa, Piña construyó un delicado ecosistema de objetos. El equilibrio que mantienen un tenedor, una plancha y un espejo se logra gracias a las cuerdas, los fluidos y la tela que los recubre. Esta unidad fantasmal deja descubrir por sus agujeros que el artificio producido es un entramado frágil que debemos cuidar. La posibilidad de derrumbe dependerá entonces de nuestra atención al caminar, asemejándose al peligro constante del accidente doméstico. La muestra lentamente contagia el sadismo amoroso de Piña. Él aclara que sus propuestas en general son “silenciosas” y que escapan al clásico estilo gore que usualmente trata estos temas con violencia explícita.
Hay un detalle curioso en este interior: el olor a plástico y café. Puede que esto nos traslade a un ambiente hogareño y seguro, pero también puede que sea la mezcla de aromas que conforma el perfume del peligro. El juego dialéctico entre lo familiar y lo extraño puede vincularse con el concepto de unhemlich (traducido al castellano como “lo siniestro”) que Freud desarrolla a partir de la noción de “extrañeza inquietante” del filósofo alemán Schelling. La fusión de lo conocido y seguro con lo desconocido y peligroso se advierte en la obra como la señal de cierto riesgo, algo comparable a la función del mercaptano que odoriza el gas natural para que podamos detectarlo fácilmente.
La muestra se completa con las tres peceras contenedoras de objetos. En estas piezas el autor condensa sus clásicas herramientas de humor folclórico, inteligencia y sensibilidad a la hora de manejar diferentes materiales, formas y significados.
La alarma que el artista enciende apunta a pensar de qué manera nos relacionamos con los objetos y cómo configuramos los espacios íntimos que habitamos. Identificar la dosis de agorafobia que experimentamos cotidianamente nos habilita a cuestionar cómo el hogar puede ser o no el lugar seguro que pensamos que es. De esta forma, Piña busca —en un contexto de normalidad enrarecida— cuidar el artificio que como humanidad generamos, pero sin llegar al fetichismo capitalista de consumo y descarte.
Andrés Piña, Perfume peligro, curaduría de Carlos Herrera, Galería Sendrós, Buenos Aires, 31 de julio – 4 de septiembre de 2021.
Curaduría por Carlos Herrera
Buenos Aires, Argentina
31 julio, 2021 – 4 septiembre, 2021
SABEMOS DE MOSCAS / Raid Doble Acción
El Institute of Insect Science for Family Health cría cientos de moscas por día. Las crían, las estudian y crean nuevas maneras de ayudar a combatirlas y mantener a estos insectos fuera de los hogares.
Existen más de ciento diez mil especies de moscas que revolotean por el mundo, desde moscas de la fruta hasta moscas domésticas y moscas de la carne, cada una con sus propios hábitos y hábitats.
Una sola mosca doméstica hembra puede poner hasta quinientos huevos en el curso de solo tres a cuatro días y repetir el ciclo varias veces durante toda su vida. Las moscas domésticas generalmente viven de quince a veinticinco días, pero pueden sobrevivir hasta dos meses en condiciones óptimas.
Dado que las moscas domésticas suelen alimentarse de heces, basura y animales en descomposición y poner huevos allí, pueden transmitir microbios que propagan enfermedades cuando se posan en los seres humanos, las superficies del hogar y los alimentos que quedan afuera. Por ese motivo, se sabe que muchas especies de moscas transmiten enfermedades a los seres humanos.
De hecho, se cree que la mosca doméstica común transmite al menos sesenta y cinco enfermedades a las personas, entre ellas: disentería, diarrea, cólera, fiebre tifoidea, lepra, ántrax, tularemia, tuberculosis, pian y poliomielitis.
Las moscas poseen sensores en sus patas, que las ayudan a determinar si ese sándwich sobre el que se acaban de posar será un bocadillo delicioso. Al no tener dientes en su boca que les permitan masticar, escupen enzimas que convierten los alimentos sólidos en un líquido que pueden consumir.
Los moscardones, entre ellos, las moscas metalizadas y las moscas de la carne, ponen huevos en cadáveres de animales en descomposición. Sus larvas se alimentan y luego liberan los nutrientes en el suelo a través del proceso de la digestión. Con frecuencia, otros tipos de moscas usan las heces de animales como su terreno para reproducirse y alimentarse.
No dejes que estos insectos zumbadores invadan tu espacio. Protege a tu familia y tu hogar con nuestros productos especialmente formulados para deshacerse de las moscas.
Raid Doble Acción Moscas, además de matar en el acto, previene que los insectos lo molesten durante horas gracias a su acción residual.
PERFUME PELIGRO
Si hay una imagen por excelencia que me perturba y me llena de fantasías es la de ver a dos moscas coger sobre restos de comida. En el año 2012, el artista Andrés Piña supo retratar la tensión que existe entre cópula y alimento. Usando una gota de sangre animal como atractivo estimulante y de deseo de dos moscas adultas, el artista las fotografió mientras el macho fertilizaba a la hembra posándose sobre ella.
En tiempos de confinamiento social y de quedarse en casa me pregunté una y otra vez sobre la intimidad de las personas, los hogares de mis vecinos, los refugios para ancianos y el hábitat del que vive en la calle. El afuera como lugar de contagio y el hogar como espacio de resguardo que se nos impuso como conducta para seguir viviendo. El hogar se transformó entonces en el centro de operaciones de nuestras vidas, el afuera como un lugar de temor y los otros como un foco de posible contagio. ¡Qué desgraciados!
La sensibilidad escaló dimensiones impensadas y el hogar se transformó en nuestro propio enemigo. ¿Qué hacer? ¿Cómo relacionarnos? ¿Qué comer? ¿Cómo conseguir dinero? ¡Perfume peligro!
En ese contexto desolador me detuve a observar la vida de quienes entraban de aquel afuera prohibido y se relacionaban con mi hogar. Hormigas, arañas, palomas, ratones, moscas y algunos humanos. Imaginé todo tipo de cosas y entre ellas pensé mucho en las estrategias conceptuales de la obras de Andrés. Artista con quien mantengo un vínculo próximo de colegas/amigos desde hace casi ya una década y con quien repensamos esta muestra una y otra vez. Sus obras estimulan a pensar la extrañeza de los objetos de uso doméstico, la relación entre los humanos, los fluidos corporales, el devenir de lo que está muerto, el resucitar, lo infecto, lo coitable. Lo que ocurre puertas adentro.
En fantasías eróticas pandémicas, comencé a imaginar a personas cogiendo en los lugares donde cogen las moscas: un hombro, un sorete, una rodilla, un animal muerto, un vaso, un billete de cien pesos o una boca sucia de comida. Esta fantasía rápidamente se hizo viral en mi mente y es al día de hoy que no puedo sacármela de la cabeza. Me asalta una y otra vez al contemplar personas u objetos de uso cotidiano.
Intuyo que este modo de pensar las cosas es próximo al modo en el que Andrés piensa sus obras. Conceptos dislocados, surrealistas y llenos de deseos deformes donde la dermis humana y lo inmaterial transpiran historias que nos alteran la psiquis.
Raid Doble Acción Moscas, además de matar en el acto, previene que los insectos lo molesten durante horas gracias a su acción residual.
Gabriela Grinbaum
“El arte y la palabra suelen estar para velar la falta”
Jacques Lacan
Cuando una obra tiene humor
Toca el cuerpo
Cuando una obra se esconde
Y evoca los secretos
De los que nadie escapa
Toca el cuerpo
Y si esas obras se reúnen
En un espacio
Al mismo tiempo
Entonces… es una experiencia.
Experiencia en Sendrós.
Allí, sumergida en ella, en la obra de Andrés Piña
diré aquello que me evocó
A modo de una analizante
Quiero decir, asociando libremente.
Regla fundamental freudiana
Un cubo y moscas y salames y salsa de tomate y mi aire que completa descompletando la obra
Otra tiene una pava
La pava ironiza con la falicización
Erección – detumescencia
Y provoca
Mejor, desencadena, carcajada.
Me detuve en otra…
Como grande, donde podes vislumbrar una casa
O un cuarto de una casa
Cubierta de una enorme sábana blanca
Pero…
Agujereada
El agujero tiene toda su gracia.
A través del cual nuestro pequeño rasgo de perversión vouyerista espía.
El goce de mirar sin ser visto.
Y en esa atmósfera
Plagada de silencio, secretos y divinos detalles arribas al placer de lo onírico.
El secreto impacta en el cuerpo del ser hablante inevitablemente.
Un efecto de goce, marcas
Y el sujeto deberá arreglárselas con él.
En la época donde todo puede ser visto,
Puede ser mostrado,
Todo parece poder decirse…
Me topo con el velo de una obra que enmarca un secreto.
Lo oculto a veces sitúa lo imposible de decir.
Y cuando algo de ese secreto es tocado,
Y se revela un real,
Hay el sentir de una satisfacción
Aquí, pinceladas de significantes que la muestra de Andrés Piña
En Sendrós… me causa.